La noticia de que señá Juana iba a contar un cuento corrió con la rapidez de una chispa eléctrica, y cuanto chiquillo pelón rompía calzones y lucía churretes en cuatro calles a la redonda, acudió presuroso al Corral de los Chícharos, domicilio de la vieja. Ésta, sentada en el poyo de la puerta, vio venir la granizada con vanidosa sonrisa, paseó una mirada satisfactoria por el inquieto auditorio, rascose dos veces con la aguja de hacer calceta, y poniendo de nuevo sus dedos en movimiento, comenzó así:…