La destrucción – Charles Baudelaire
A mis costados sin cesar se agita el demonio,
flota alrededor mío como un aire impalpable,
Lo aspiro y siento que abrasa mis pulmones
y los llena de un deseo eterno y culpable…
A mis costados sin cesar se agita el demonio,
flota alrededor mío como un aire impalpable,
Lo aspiro y siento que abrasa mis pulmones
y los llena de un deseo eterno y culpable…
Del asfódelo, esa flor algo verde,
igual que un botón de oro
sobre su tallo bifurcado
—si no fuera porque es verde y leñoso—
yo vengo, querida,
a cantarte.
…
A orillas del mar desierto,
Junto al piélago intranquilo,
Un joven lleno de dudas
Se detiene pensativo,
Y así a las ondas inquietas
…
¿Por qué estás silenciosa? ¿Es una planta
tu amor, tan deleznable y pequeñita,
que el aire de la ausencia lo marchita?
Oye gemir la voz en mi garganta:
…
La avenida estridente en torno de mí aullaba.
Alta, esbelta, de luto, en pena majestuosa,
Pasó aquella muchacha. Con su mano fastuosa
Casi apartó las puntas del velo que llevaba.
…
Tenía el comedor aromas singulares
de barniz y de fruta. Yo estaba allí contento
y llenaba mi plato de no sé qué manjares
belgas, y me aplastaba en mi cálido asiento.
…
Recuerdas el objeto que vimos, mi alma,
Aquella hermosa mañana de estío tan apacible;
A la vuelta de un sendero, una carroña infame
Sobre un lecho sembrado de guijarros,
…
¡Oh tú!, el más sabio y el más hermoso de los Ángeles,
Dios traicionado por la suerte y privado de alabanzas,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
¡Oh, Príncipe del exilio al cual se ha agraviado,
Y que, vencido, siempre te yergues más fuerte!
…
Era la medianoche, en junio, tibia, bruna.
Yo estaba bajo un rayo de la mística luna,
Que de su blanco disco como un encantamiento
Vertía sobre el valle un vapor soñoliento.
…