Poetas Españoles
Canción de la muerte – José de Espronceda
Débil mortal no te asuste
mi oscuridad ni mi nombre;
en mi seno encuentra el hombre
un término a su pesar.
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Nocturno de la casa ida – Claudio Rodríguez
Es la hora de la puesta,
cuando el olor del viento de levante
está perdiendo intimidad, y apenas
si una cadencia a pino joven, a humo
de caserío, a heno,
a luz muy poco amiga
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La acelga – Rosa Díaz
Dicen de las niñas feas
que tienen cara de acelga
pero la Acelga no es fea.
El Acelgo la miraba
desde un rincón de la huerta
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Europa, Europa! – Tomás Galindo
La Muerte vino despacio
con su vestido de sombras,
la luna la vio pasar
espantando a las gaviotas,
la luna bailaba lenta
en la falda de las olas.
Estaban quietos los peces
y mudas las caracolas
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La luna y la muerte – Federico García Lorca
La luna tiene dientes de marfil.
¡Qué vieja y triste asoma!
Están los cauces secos,
los campos sin verdores
y los árboles mustios
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Tú que sabes tantas cosas – José Bergamín
Tú que sabes tantas cosas,
Dime por qué vuela el pájaro;
Por qué crecen las espigas;
Por qué reverdece el árbol.
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Cómo rezan las solteras – Ramón de Campoamor
Voy a rezar, sentada, porque creo
que de no usar, bien cómoda, las sillas,
se me ha formado un callo en las rodillas,
que será bueno y santo, pero es feo.
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De voces está llena mi cabeza! – Ángel Guinda
¡De voces está llena mi cabeza! Voces de aparecidos, voces nuevas, del destino, desconocidas o proféticas, voces del centro de la tierra, voces inquietantes, amordazadas, metálicas, de vidrio,
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Tal vez vosotros sabéis – Ángel Guinda
No sé, escucho himnos dentro de las lágrimas.
Tuve una casa con ventanas en el techo:
veía tiburones, cordilleras, trenes volar.
Tal vez vosotros sabéis, yo sólo canto.
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En tanto que de rosa y azucena (Soneto XXIII) – Garcilaso de la Vega
En tanto que de rosa y de azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;
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Yo, a mi cuerpo – Domingo Rivero
¿Por qué no te he de amar, cuerpo en que vivo?;
¿por qué con humildad no he de quererte,
si en ti fui niño, y joven, y en ti arribo,
viejo, a las tristes playas de la muerte?
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