Poetas Hispanoamericanos
La luna es una ausencia – Carolina Coronado
Y tú ¿quién eres de la noche errante
aparición que pasas silenciosa
cruzando los espacios ondulante
tras los vapores de la nube acuosa?
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Inéditos – Armando Uribe Arce
La muerte despiadada no hace excepciones: uno
por uno nos recoge del suelo en que vagamos
como hormigones negros -cuando menos pensamos
pero en nada pensamos- cuando nos llega el turno
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Tu cuerpo está a mi lado – Jaime Sabines
Tu cuerpo está a mi lado
Fácil, dulce, callado.
Tu cabeza en mi pecho se arrepiente
Con los ojos cerrados
Y yo te miro y fumo
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Con pie de pluma recorrí tu esfera – Leopoldo Marechal
Con pie de pluma recorrí tu esfera,
Mundo gracioso del esparcimiento;
Y no fue raro que jugara el viento
Con la mentira de mi primavera.
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Lento, amargo animal – Jaime Sabines
Lento, amargo animal
Que soy, que he sido,
Amargo desde el nudo de polvo y agua y viento
Que en la primera generación del hombre pedía a Dios.
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Lo inefable – Delmira Agustini
Yo muero extrañamente…No me mata la Vida,
no me mata la Muerte, no me mata el Amor;
muero de un pensamiento mudo como una herida…
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor
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La gran plegaria – Alfonso Cortés
El tiempo es hambre y el espacio es frío
orad, orad, que sólo la plegaria
puede saciar las ansias del vacío.
El sueño es una roca solitaria
en donde el águila del alma anida:
soñad, soñad, entre la vida diaria.
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Soneto casi insistente en una noche de serenatas – Gabriel García Márquez
Quisiera una mujer de sangre y plata.
Cualquier mujer. Una mujer cualquiera,
cuando en las noches de la primavera
se oye a lo lejos una serenata.
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Romance de barco y junco – Óscar Castro –
El junco de la ribera
y el doble junco del agua,
en el país de un estanque
donde el día se mojaba,
donde volaban inversas,
Palomas de inversas alas.
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Horas de junio – Carlos Pellicer
Vuelvo a ti, soledad, agua vacía,
Agua de mis imágenes, tan muerta,
Nube de mis palabras, tan desierta,
Noche de la indecible poesía.
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A Colombina en Carnaval – Evaristo Carriego
Colombina, ¿Qué se hicieron
tus risas de cascabel?
¡Ah!, Desde que se perdieron
lo saben quienes te oyeron
quedó inconcluso, un rondel
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Aquella vez que vino tu recuerdo – Evaristo Carriego
La mesa estaba alegre como nunca.
Bebíamos el té: mamá reía
recordando, entre otros,
no se qué antiguo chisme de familia,
una de nuestras primas comentaba
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El velorio – Evaristo Carriego
Como ya en el barrio corrió la noticia,
algunos vecinos llegan consternados,
diciendo en voz baja toda la injusticia
que amarga la suerte de los desdichados
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Has vuelto – Evaristo Carriego
Has vuelto, organillo. En la acera
hay risas. Has vuelto llorón y cansado
como antes.
El ciego te espera
las más de las noches sentado
a la puerta. Calla y escucha….
Las manos – Evaristo Carriego
A todas las evoco. Pensativas,
cual si tuvieran almas, yo las veo
pasar, como teorías que viniesen
en las estancias líricas de un verso.
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