Que un sabio de mal humor
llame locura al amor,
ya lo veo;
pero que no se enloquezca
cuando otro humor prevalezca,
no lo creo.
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El ángel desde dentro – Leopoldo Alas Mínguez
Desangelados, sin alas, sin brillo,
en las brasas de los últimos fuegos.
Así hemos llegado a creernos,
avanzando entre el lodo como vehículos
sin ruta y sin pasajeros.
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Donde cuento, sorprendido, que vivo en mi propia estación – Tomás Galindo
qué hago yo con toda esta primavera dentro
si miro fuera y ahí está el otoño con sus hojas caídas y esa niebla gris y fría
qué hago yo
y cómo disimulo estas raíces pujantes en mi vientre
estas flores que casi me rebosan la camisa
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De los besos de amor – Oda III – Juan Meléndez Valdés
Cuando mi blanda Nise
lasciva me rodea
con sus nevados brazos
y mil veces me besa,
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El alma – Claudio Rodríguez
ME la están refregando, alguien la aclara.
¡Yo que desde aquel día
la eché a lo sucio para siempre, para
ya no lavarla más, y me servía!
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Razones – Irene Sánchez Carrón
Y porque estamos solos empezamos un verso.
Porque sentimos frío acercamos las manos
al calor de unos seres imposibles y bellos
que nos prestan sus ojos para observar el mundo.
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El poeta aguarda, impaciente, la llegada de alguna musa – Irene Sánchez Carrón
(Estudio de escritor. Mesa de gran tamaño. Estanterías llenas de libros.
Puerta al fondo entreabierta. El personaje camina de un lado a otro del escenario.)
Que alguien recomponga los jarrones
rebosantes de rosas.
Necesito más luz
sobre el brazo desnudo que ahora escribe.
Los libros, que se vean desde todos los ángulos.
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Confianza – Pedro Salinas
Mientras haya
alguna ventana abierta,
ojos que vuelven del sueño,
otra mañana que empieza.
Mar con olas trajineras
—mientras haya—
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Desamor – Blas de Otero
Cuando tu cuerpo es nieve
Perdida en un olvido deshelado,
Y el aire no se atreve
A moverse por miedo a lo olvidado;
Y el mar, cuando se mueve
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Silbo de afirmación en la aldea – Miguel Hernández
Alto soy de mirar a las palmeras,
rudo de convivir con las montañas…
Yo me vi bajo y blando en las aceras
de una ciudad espléndida de arañas.
Difíciles barrancos de escaleras,
calladas cataratas de ascensores,
¡qué impresión de vacío!,
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