Los oledores de tragedias están
por todos lados
se levantan a la mañana
y empiezan a encontrar las cosas
mal.
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Canción de la muerte – José de Espronceda
Débil mortal no te asuste
mi oscuridad ni mi nombre;
en mi seno encuentra el hombre
un término a su pesar.
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Nocturno de la casa ida – Claudio Rodríguez
Es la hora de la puesta,
cuando el olor del viento de levante
está perdiendo intimidad, y apenas
si una cadencia a pino joven, a humo
de caserío, a heno,
a luz muy poco amiga
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Siete sonetos medicinales – Almafuerte
Selección completa con los sonetos:
¡Avanti!
¡Piú avanti!
¡Molto piú avanti!
¡Molto piú avanti ancora!
¡Moltissimo piú avanti ancora!
Vera violeta
La yapa
La acelga – Rosa Díaz
Dicen de las niñas feas
que tienen cara de acelga
pero la Acelga no es fea.
El Acelgo la miraba
desde un rincón de la huerta
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Los profesores – Nicanor Parra
Los profesores nos volvieron locos
a preguntas que no venían al caso
cómo se suman números complejos
hay o no hay arañas en la luna
cómo murió la familia del zar
¿es posible cantar con la boca cerrada?
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El tigre – William Blake
Tigre, tigre, que te enciendes en luz
Por los bosques de la noche
¿Qué mano inmortal, qué ojo
Pudo idear tu terrible simetría?
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Canción del día fugitivo – Porfirio Barba Jacob
Como en lo antiguo un día, nuestro día
demos al goce estéril…
Y tú tienes, ¡oh lamma!, ¡oh carne mía!,
toda la melodía del instante
en la blancura azul de tu semblante.
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Es olvido – Nicanor Parra
Juro que no recuerdo ni su nombre,
Mas moriré llamándola María,
No por simple capricho de poeta:
Por su aspecto de plaza de provincia.
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Alguien – Jorge Luis Borges
Un hombre trabajado por el tiempo,
un hombre que ni siquiera espera la muerte
(las pruebas de la muerte son estadísticas
y nadie hay que no corra el albur
de ser el primer inmortal),
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